Hace algunos meses, experimenté muchos cambios en mi vida, los cuales (después de generar algo de alboroto), me llevaron a reorganizar prioridades y a establecer unas cuantas nuevas. Estuve ausente de estas líneas por varios años y mucha agua ha pasado por debajo de este puente. El tío loquito tiene nuevas historias por contar (y en espera de otras tantas con un inigualable copiloto… de quien hablaré ampliamente en los próximos posts… creo que incluso en este).
He sido muy afortunado ¡bendecido y afortunado jaja!, porque la vida continúa siendo muy generosa (en lo profesional y afectivo, más específicamente) y por fortuna no he perdido la capacidad de asombro. Desde mi último post de viajes, ha habido nuevos destinos explorados… y como esto es forastero itinerante, creo que va a haber material ¡para un buen rato!
Por motivos que superan la razón y que se construyen con puro corazón, hace unas semanas reservé unos pasajes para un destino que resultó ser una hermosa sorpresa: Guatemala. Mi copiloto (entiéndase como compañero, pareja, mejor amigo e incluso novio -¡Ja!-), tuvo que regresar por varias semanas y por segunda ocasión a este país, en el norte del centro del continente (o sea donde el sur del norte deja de ser sur ¿se entiende?), ya que su codiciado y brillante cerebro fue requerido para impartir cátedra en la escuela de cine de La Marro.
Entonces, para evitar –o más bien, mermar- esa incómoda sensación de extrañar (qué interesante palabra es extrañar… ha de ser por lo extraño que se siente el vacío en el pecho –creo que es un buen tema para un futuro post- cuando se echa de menos a alguien), logré tomar unos días de trabajo en la capital del país del norte del centro (¡clarísimo!) y fue así como me sumergí en la que fue una interesante aventura de una semana que inició en 4 grados norte.
*** Pingüinos en la cama*** ((Follow the string))
Guatemala tiene cosas lindas y no precisamente son Arjona y sus ambivalentes y rimbombantes letras. Una de ellas es este vecindario bohemio (not-hipster-yet-but-soon-to-come), en el cual tuvimos nuestro hogar durante mi corta -y no tan corta para el Panda- estancia. La primera noche estaba todo cerrado, pues llegué pasadas las 10, hora en la que la mayoría de establecimientos cierran. Flores (no pingüinos) esperaban en la cama. Entrando a la izquierda y en el piso 8 del edificio, se encontraba un balcón con una vista que daba hacia el sur de la ciudad. Luces tenues y algo de bruma se constituyeron en la cortina que cerró la primera noche.
Al día siguiente visitamos el centro histórico (en l’arrondissement 1 ¡ja!), posterior a una visita al set del magazine mañanero de Canal Antigua, seguido de un breve recorrido al mapa en relieve, el cual tiene más de 100 años y fue hecho a ojo y metro sin google maps ¿Cómo ven? Toda una pieza de arquitectura que vale la pena visitar.
Del centro no tenemos buenas fotos, porque para la fecha en la que lo visitamos, los maestros se habían tomado la plaza central, así que sus carpas-refugio, engalanan la escena. El Mercado de artesanías es un punto obligado para visitar. Se encuentran varias cosas para todos los presupuestos, todos esos Little somethings que les llevamos a nuestros seres queridos, pueden ser encontrados ahí y a muy bien precio. Posterior al recorrido por el centro, cruzamos parte de la ciudad para ir a Plaza Cayalá, un interesante proyecto arquitectónico que mezcla el estilo colonial español, algo de greco-romano (ya sé, suena raro, pero extrañamente hay armonía), con una interesante variedad de restaurantes y tiendas (de lujo, obviamente). El conjunto de todo esto, es muy agradable a la vista, aunque contraste con el resto de la ciudad. Así pasamos recorriendo la ciudad durante el día uno. El fin de semana estuvimos en La Antigua, pero ese será otro post.
***Ojo con los UBER, están más perdidos que el hijo de Lindberg***
Los días hábiles subsecuentes, trabajamos (cada quien en su área: Lo mío son las orejas, lo de él son los sueños puestos en pantalla), con lo cual no tuvimos mucho más tiempo de recorrer en plan turista. Uber ha de ser muy nuevo en Guatemala, porque su crew deja mucho que desear. TIP: Moverse en Guatemala es bastante fácil si se sabe en qué zona (Arrondissement ¡ja!) te encuentras. Una vez ubicada la zona, solo es cuestión de imaginar una cuadrícula gigante de Avenidas y calles (en Bogotá serían calles y carreras) y fijarse en los números y las intersecciones: El primer número hace referencia a la avenida o calle sobre la cual se encuentra el domicilio que busquen, el segundo número hace referencia a la calle o avenida que corta esa cuadra y el tercer número, hace referencia a la altura. Ejemplo: Avenida 16 (Primer número, o sea donde está el domicilio) 22 (la calle que la corta) 50 (la altura).
***El cine Mexicano en Guatemala*** ((4 moons))
Como si todo esto no fuera lo suficientemente abrumador, tuve la oportunidad de ver la proyección de una película mexicana (con más de 90% de críticas positivas en Rotten tomatoes) y al mismo tiempo, de ver al director (AKA el copiloto) dando ingeniosas, atinadas y divertidas respuestas dentro de un marco académico, propio de un conversatorio. Una vez más, el copiloto seguirá apareciendo en los siguientes posts, por mucho tiempo. Si no de manera explícita, estará presente de forma tácita (o no tan tácita) por llenarme de motivos y ganas de escribir. Porque es Todo menos gris (Spoiler Alert).
Es así como el tío loquito termina con Guatemala y espera a que sus guionistas se pongan pilos para contarles sobre antigua. Gracias a Le petit prince, por existir. Un dedito nos separa.